«La Cuaresma puede ser una buena oportunidad para redescubrir la grandeza de vivir la fe en comunidad, de crear fraternidad con otros, de caminar hacia un nosotros más grande, de acercarnos al otro para estrecharle la mano y acogerle en la escucha…»
Escrito del obispo diocesano con motivo la Cuaresma 2022
Celebramos hoy el Miércoles de Ceniza. Con el gesto exterior de colocar un poco de ceniza sobre nuestras cabezas expresamos la voluntad de hacer un recorrido interior que nos lleve a la nueva vida que se nos regala en la Pascua. La ceniza sobre nuestras cabezas es un recordatorio personal y público de nuestra voluntad de iniciar un proceso de conversión, de cambio, para dejarnos sorprender por la misericordia de Dios.
Tenemos ante nosotros cuarenta días, la Cuaresma, como una nueva oportunidad. Estoy seguro de que, en la vida, muchas veces nos ha sucedido que nos hemos arrepentido de acciones u omisiones. ¡Cuántas veces nos hemos dicho: “Si hubiera tenido otra oportunidad…!” Pues bien, la Cuaresma es una nueva oportunidad para conocer a Jesús, para descubrir nuestro bautismo, para mirar a la cruz, para caminar con otros.
Para conocer a Jesús: Él es el centro de la vida del creyente, él es el amigo que cambia los corazones de las personas que se encuentran con él. El conocimiento de su vida y de su misterio nunca se agota, siempre sorprende, porque ahora sólo lo conocemos como en un espejo, hasta que un día nos encontremos cara a cara con él. Merece la pena hacer la experiencia del encuentro con Cristo o renovarlo una vez más. La amistad con Jesús llena y sacia la sed de toda persona.
Para descubrir nuestro bautismo: La Cuaresma es tiempo de renovación, de cambio, de mejora, de volver a los orígenes. Y qué mejor compromiso que profundizar en lo que es y significa el bautismo: allí se produce el nacimiento a la vida nueva que Jesús nos regala, a la vida que conlleva la dignidad de ser hijos de Dios. Porque el bautismo es una vocación que permite desplegar la enorme riqueza que significa llamarnos sacerdotes, profetas y reyes. Además, el tiempo de Cuaresma, por lo que conlleva de profundización y de intimidad, es una llamada a un mayor conocimiento y estudio de nuestra fe, creciendo así en capacidad de dar razones de nuestra esperanza.
Para mirar a la cruz: El centro de estos días cuaresmales es el crucificado. Jesús, que muere por nosotros en la cruz. Porque el cristianismo no es exaltación de la cruz por el dolor, sino proclamación de que el crucificado ha resucitado. Mirar la cruz es descubrir hasta dónde llega nuestro pecado y hasta dónde puede llegar el amor de Dios. Y mirar la cruz nos acerca también a los crucificados de nuestro mundo donde la Pasión de Cristo hoy se sigue prolongando. Junto a la cruz y a los crucificados está siempre la Iglesia.
Para caminar con otros: La Cuaresma de este año la vivimos en medio de este proceso sinodal en el que está sumergida nuestra Iglesia. Además, durante la Cuaresma se repiten tantos actos de piedad que visibilizan la unidad de todo el pueblo santo de Dios. Por ello, la Cuaresma puede ser una buena oportunidad para redescubrir la grandeza de vivir la fe en comunidad, de crear fraternidad con otros, de caminar hacia un nosotros más grande, de acercarnos al otro para estrecharle la mano y acogerlo en la escucha…
La Cuaresma ha de ser una nueva oportunidad especialmente para nuestros hermanos cofrades. En mi corta estancia entre vosotros voy viendo la importancia que las cofradías tienen en nuestra religiosidad. Sois cientos los cofrades que en nuestra diócesis vivís estos días con expectación y entusiasmo. Os invito a vosotros, cofrades, a vivir esta nueva oportunidad, tras la experiencia del Covid, como una ocasión propicia para cuidar la belleza externa de nuestros ritos, pero especialmente al alma que da sentido a los mismos, para cuidar el encuentro con Jesús crucificado y encuentro con los hermanos, especialmente los rostros doloridos.
Iniciamos esta Cuaresma de 2022 en un tiempo de conflicto y de guerra. El papa Francisco nos ha invitado a que hoy lo vivamos en clave de ayuno y de oración, pidiendo juntos el don de la paz y arrancando de nosotros todo sentimiento de odio, de violencia, de enemistad. ¡Feliz camino hacia la Pascual!
Vuestro hermano y amigo.
Mons. Fernando García Cadiñanos
Fuente: DIÓCESIS DE MONDOÑEDO-FERROL